viernes, 15 de marzo de 2013

Creo que he visto un lindo sombrero

Texas es puro desierto. Por Texas ruedan los abrojos como en una peli del lejano oeste.
Como la mayoría de los estados del sur, Texas cambió muchas veces de manos pero es el único estado que fue alguna vez una república independiente. Eso explica su nacionalismo y su fuerte identidad. En muchas jardines, en vez de la bandera de los USA, flamea la de Texas, "The lone star state" (slogan y cerveza local). Los slogans pueblan la vida diaria ("text, drive, crash"; "drink, drive, go to jail"; "we don't dial 911") y te recuerdan que "don't mess with Texas".
A pesar de los estereotipos tejanos, la capital, Austin, es una ciudad sin muchos cowboys (aunque después de la chacarera el catalán sacó su mejor faceta John Wayne), abierta, moderna y es además la capital de la música de los EEUU.
Llegamos ahi después de dejar Lousiana y esquivando las grandes autopistas -excepto para cruzar la enormidad de Houston, en la que no nos detuvimos-. Motivados por conocer el sur profundo, elegimos perdernos (en sentido figurado la mayor parte del tiempo) por rutas secundarias, y asi dimos con Bellville y Fayetteville, éste último una postal de otros tiempos.
Llegamos por la tarde a Austin donde nos esperaba una de nuestras mejores experiencias CS, Michael. En nuestra primera noche en Austin nos llevó a un "must" en la movida musical de Austin, The Continental Club, donde bandas como los Rolling Stones hicieron backsatges. Ese lunes, y como todos los lunes cuando no está de gira, tocó la estrella local: Dave Watson. Dave Watson es un Johny Cash moderno, un rockabilly y showman.
La movida cultural de Austin es básicamente nocturna, y cada noche es posible escuchar música en vivo en cualquiera de los mil y un bares de la ciudad.
Además de por la música, Austin es famosa por sus "trailers" que sirven comida de todo tipo, y por su Capitolio que es más alto que su par en Washington DC. "Everything is bigger in Texas".
Después de dos días en Austin seguimos perdiéndonos por rutitas camino a San Antonio. Y en una de esas caímos en Luckenbach, un pueblo con 3 habitantes permanentes donde no pasa el tiempo. A pesar de su tamaño, Luckenbach tiene el "dance hall" más importante de la música country.
El clima y lugar donde paramos no ayudaron mucho en San Antonio, pero pudimos disfrutar de El Alamo y el Riverwalk. El Alamo es el símbolo de la resistencia de Texas durante la guerra de la república de Texas con México. La caída de El Alamo fue un punto de inflexión en la guerra y en la posterior victoria texana.
Pero sin duda lo mejor de San Antonio fue ir a ver a los Spurs contra los Blazers. Lo bueno de ser turista en esas ocasiones es que solo nos importaba el espectáculo y tomar cerveza y nachos, y no que los Spurs perdieran por 30.
Y por último, antes de abadonar Texas por Nuevo Mexico, y por si no habíamos visto suficiente desierto, nos detuvimos en Marfa, un pueblo del desierto inusualmente cool y lleno de galerías de arte minimalista. El súmum del absurdo fue encontrar, en el medio de una carretera que no lleva a ningún lugar, una tienda Prada que no funciona como tal y que es una más de las bizarras expresiones artísticas de Marfa.



















































































martes, 12 de marzo de 2013

All that jazz

Alabama y Mississipi no son estados que puedan cruzarse en un día. Como todos los estados del sur, tienen territorios muy extensos. Excepto en la costa del Golfo de México, por donde pasamos nosotros. Salimos una mañana de Destin, Florida; cruzamos Alabama por Mobile; Mississipi por Biloxi y llegamos a New Orleans, Louisiana, por la tarde.
New Orleans cambió 5 veces de mano (fue española, francesa, de la Unión, de la Confederación del sur y otra vez de los USA) lo que la hace una cuidad muy interesante en todos sus aspectos. Además, su variopinta inmigración sumada a su situación estratégica en la época del boom del algodón y el azúcar, la convierten en un polo de diversidad y extravagancia.
En nuestros días en NOLA, nos quedamos en lo de un Couchsurfer muy cerca de la opulenta avenida Saint Charles, vestigio de los grandes tiempos de la ciudad. Pat, prototipo de yankee, nos llevó a su running/drinking team: ridículo, nos sentíamos en una típica tonta película yankee. La cosa consistía en tomar cerveza y correr al mismo tiempo... Dejamos que la imaginación fluya.
Pero New Orleans fue sobre todo su barrio francés, su pintoresco tranvía, las noches de jazz, la comida cajún y los po' boys (típicos sandwiches de langostinos) acompañados con batatas fritas!
El jazz, el blues y todas sus variantes suenan en casi todas las esquinas de esta ciudad, especialmente en los miles de bares que visitamos en Frenchmen St. y en el Preservation Hall, una histórica sala de conciertos a la que fuimos una noche. Pasamos también por el Louis Amstrong park, el lugar donde se juntaban a tocar música los afroamericanos cuando aún eran una población formalmente segregada.
La despedida de Louisiana fue con un paseo por la región "cajun", el sur profundo, visitando pequeños pueblitos como Beaux Bridge o Saint Martinsville antes de seguir viaje para Texas, "the lone star state".